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Este artículo revisa la historia del proyecto de donde surgió el programa Sesame Street en los Estados Unidos y el conjunto de conceptos de educación televisiva que estableció. Concluye que este tipo de emisiones no colaboran a lo que, en definitiva, sería fundamental para el desarrollo de los niños: es decir, no los capacitan para tomar mayor y mejor conciencia de sí y del mundo. Una metodología pedagógica, quizá la única hoy aceptable, es aquella que tenga como metas insoslayables la creación de un hombre psicológicamente sano, en armonía total y no fragmentario, con la posibilidad de trabajar para la permanente transformación de la sociedad. Necesitamos programas televisivos que conlleven indudables líneas de acción en la educación sistemática y en la promoción de los no pocos hombres marginados que hoy pueblan el planeta.

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Este artículo señala las diferencias entre los sistemas comercial, estatal y mixto de la radio y la televisión operantes en diferentes partes del mundo y como ilustración, presenta cuadros sinópticos de diferentes sistemas radio televisivos: el de Inglaterra, el de Italia, el de Francia y el de Alemania Federal.

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Este libro es un conjunto de ensayos del autor que pueden resumirse en que a pesar del discurso oficial que dice promover el cambio, esto no se ve en la vida cotidiana. Hasta ahora, la política de comunicación instrumentada ha consistido en ampliar, magnificar la figura presidencial, incluso en detrimento o franco olvido de todo el gabinete, y lo que es más decisivo, de todas las llamadas instituciones. Ha sido un martilleo incesante para magnificar a un hombre al que se ha pretendido erigir en un ser metafísico.

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Este artículo revisa desde sus inicios la estructura de propiedad y control de los medios masivos mexicanos y las diversas políticas que el Estado ha seguido al respecto en los sucesivos sexenios. A punto de iniciarse el régimen de Miguel de la Madrid, señala que el asunto ya no se presenta como antaño donde el alegato en favor de la participación estatal radicaba en preguntarse ¿quién eligió a los concesionarios de la radio y la televisión para que tengan tan tremenda autoridad? Ahora la pregunta pertinente es: ¿qué puede decirse de un país, de una comunidad nacional que pone la determinación del bien público en manos de hombres que no están sujetos a ningún control público? Evidentemente el asunto tiene salidas; requiere que el Estado aproveche sus propios recursos, los dote de una sólida concepción básica: son instrumentos que deben servir de apoyo y legitimación en todas sus acciones de beneficio social.

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En este libro se estudia con detalle el marco legal en que desde su nacimiento se han desarrollado la radio y la televisión en México. El autor recorre los complejos reglamentos, dispositivos y decretos que han hecho, de facto, que estos medios sean como son y no de otra manera. El trabajo, que no se refugia en la denuncia, ha sido elaborado para que el lector penetre con facilidad al centro del asunto y de este modo obtenga elementos enriquecedores para un juicio más crítica y certero.

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Investigación empírica que prueba que toda la población de alumnos de secundaria ve normalmente programas de entretenimiento en un porcentaje incomparablemente más alto que cualquier otro género de televisión. Los programas escogidos como favoritos son mayoritariamente de origen extranjero. El 50% de los programas a que los estudiantes hacen referencia viola la Ley Federal de Radio y Televisión. En general los programas presentan personajes, argumentos, diálogos, recursos técnicos, escenografía, sonido, iluminación y realización totalmente estereotipados, por lo que puede concluirse que la televisión no representa ni información ni orientación ni cultura.

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Este ensayo plantea los criterios de los concesionarios de la televisión mexicana, de algunos otros protagonistas y de funcionarios gubernamentales, sobre las funciones de la televisión y concluye que veintitrés años después de haber aparecido, de haberse desarrollado tecnológicamente, de producir un gran impacto en la mentalidad del hombre urbano, la televisión, vista en términos de simple disponibilidad de medios y de distribuidora de mensajes, evidencia que no es funcional para un desarrollo humanista y democrático. Al crecer desmesuradamente y sin jerarquía social, y estar enraizada y encaminada en el terreno del lucro, ha establecido imborrables patrones y modelos que, en la actualidad, nulifican cualquier esfuerzo racional que trate de contrarrestarla publicidad que extiende, sin medida ni concierto, las pautas eufóricas del consumo.