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Este trabajo, que ilustra sus planteamientos con el caso del Sistema Morelos de Satélites, sostiene que la nueva tecnología, para que llegue a satisfacer realmente necesidades colectivas, tiene que contar con un núcleo industrial endógeno y sobre todo con la participación directa y no instrumental de los actores sociales. Los actuales instrumentos de difusión traen en sí mismos una carga inherente de democracia, puesto que permiten infinidad de canales y multiplicidad de emisores. Mientras esto no sea un hecho en la vida cotidiana, la retórica que intenta justificar sus altos costos no hará más que agudizar la crisis, no sólo económica y política que padece el país, sino la crisis social, moral y a final de cuentas humana que podemos arrastrar durante varias generaciones.

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Como comentario a una ponencia de Josep Rota, este trabajo revisa algunas de las principales ideas expuestas y señala una de las implicaciones sociopolíticas de las nuevas tecnologías de información y comunicación más importantes para los países de América Latina: el impacto en la brecha entre los países del norte y del sur. Apunta también los principales problemas que enfrentan los países del Tercer Mundo para el aprovechamiento de las nuevas tecnologías de comunicación e información y concluye destacando cuatro puntos, sobre los diagnósticos, las políticas, la cooperación económica y tecnológica internacional y la participación social.

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Este trabajo señala algunos criterios de interpretación del proceso por el cual las tecnologías de información desplazarán las vías convencionales de comunicación que tradicionalmente han integrado al país, y se convertirán rápidamente en las principales instituciones de dirección ideológica con que contará el gobierno. Su presencia y acción representarán el mayor potencial tecnológico para hacer participar a las masas en los sistemas de signos que unen nuestra patria. Será a través de éstos que se cree el nuevo sistema nervioso que estructurará y dirigirá las intervenciones culturales del futuro Estado ampliado mexicano. Finalmente, será por mediación de éstas que la sociedad mexicana integre su nuevo esqueleto de moral colectiva.

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Revisión del desarrollo de las escuelas de comunicación y de su relación con la dinámica social. Análisis de algunas reducciones imperantes respecto a la tecnología, y proposición de una mayor atención a la calidad de la formación teórica, a la adecuada contextualización social, económica y política de las brechas tecnológicas desde una perspectiva ética, y a la definición y delimitación en la práctica del objeto académico de las Ciencias de la Comunicación.

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El propósito de este trabajo es formular un esquema introductorio para la comprensión del significado socioeconómico-político y cultural de las nuevas tecnologías de información y telecomunicaciones. Describe la evolución histórica de las nuevas tecnologías, presenta una relación de los pasos para implementar una nueva tecnología y analiza someramente su relación con la soberanía de los países del Tercer Mundo y con los roles de poder implícitos en los medios de comunicación masiva y en las nuevas tecnologías de la información. Sugiere doce dimensiones sociales para la evaluación y estudio del impacto de estos sistemas: calidad de vida, integración social del grupo, poder y control, dependencia en recursos y proveedores especializados, comprensibilidad social y arreglos técnicos, pautas de empleo, privacía, integración entre los requerimientos de la nueva tecnología y la cultura organizacional receptora, equidad entre los beneficios derivados y los costos de adquisición, ideología, el mundo social de los participantes y costos sociales colaterales.

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Comentando una ponencia de Raúl Fuentes, el autor destaca algunas implicaciones sobre el impacto de las nuevas tecnologías. El análisis de la tecnología, en nuestro contexto político, exige una toma de posición ética. A todos los niveles de comunicación se presenta implícitamente está toma de posición. Es desde esta vertiente desde donde tanto la teoría como la práctica de la comunicación, con o sin intermediarios técnicos, adquiere una exigencia de responsabilidad y compromiso. Una discusión de la dimensión ético-política de la comunicación en nuestra sociedad es pertinente precisamente porque la técnica se presenta como neutral o se asume como tal en una práctica que esconde lo que afirma.