México

Discutir la sociedad de la información implica ocuparse del futuro del mundo. Desatender ese debate equivale a cerrar los ojos ante un desarrollo que ya comenzó. Pretender que con él se resuelven los problemas ingentes del planeta -y así, de países como el nuestro- implica desestimar los rezagos sociales, las inequidades e ineficiencias económicas así como las rémoras culturales y políticas que se congregan para crear las variadas brechas que padece el planeta. Entre tales brechas, la de índole digital puede convertirse en una de más riesgosas y significativas.

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La mejor forma de asegurar que nuestro país aumente en cantidad y calidad su acervo cultural y su desarrollo tecnológico es mediante una protección sólida, pero balanceada, de los derechos de propiedad intelectual. La regulación de contenidos en medios de comunicación es una iniciativa positiva y bienvenida, siempre y cuando dicha regulación se refiera a criterios en los cuales los mexicanos nos hayamos puesto de acuerdo completamente y siempre que la autoridad no tenga atribuciones arbitrarias, puesto que de lo contrario se estaría atentando contra el principio de legalidad y se pondrían en grave riesgo nuestros más valiosos derechos fundamentales.

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En el contexto de los debates, es de suma importancia definir qué entendemos por Sociedad de la Información, porque damos por sentado un concepto que pocos autores han podido definir con claridad y los más serios o comprometidos de ellos, incluso han cuestionado de manera muy rigurosa. Otro aspecto que se debe debatir es la relación información-comunicación-conocimiento. La información como materia prima, la comunicación como proceso y el conocimiento como información en proceso, es decir, aplicada.

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Para el autor, es necesario mejorar las condiciones para invertir productiva e innovadoramente en el largo plazo; retomar la construcción de infraestructura necesaria para la evolución de estas tecnologías y su aprovechamiento en la necesidad de telecomunicaciones y transportes, así como alinear el entorno regulatorio a la competencia global. En los últimos quince años, las empresas se han enfrentado a una mayor competencia global y entorno regulatorio que no las ayuda.