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En este trabajo se explica la pasividad del estado mexicano hacia su participación en el nuevo orden informativo internacional, así como en la definición de políticas nacionales de comunicación social por la confluencia de tres factores: la influencia del modelo informativo norteamericano, la naturaleza del sistema político mexicano y la unidad y coherencia de los grupos privados propietarios de los medios masivos mexicanos. Se plantea la necesidad de definir una posición nacional en cuanto a la comunicación.

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En este ensayo se sostiene que las investigaciones sobre los medios masivos suelen quedarse en el nivel de la denuncia, o bien no consideran la función ideológico-política de los medios, al concebirlos como meros portadores de mensajes. Se explica la importancia de los medios de comunicación como mecanismos no sólo de circulación de bienes y servicios, sino como reproductores del capital en su carácter de empresas lucrativas.

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A partir de un esquema que denominan antropológico-materialista, proponen los autores que para determinar el objeto de la Teoría de la Comunicación hay que desligar la comunicación, como hecho social permanente, de los medios de comunicación, como hechos históricamente determinados. Señalan también que para abordar el concepto de comunicación es necesario distinguir entre dos procesos sociales distintos pero complementarios: el de comunicación, que implica ante todo una situación dialogal, y el de información que presenta más bien características de unidireccionalidad y verticalismo.

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A partir de las principales tesis materialistas sobre el surgimiento de los aparatos de difusión masiva como un producto de las necesidades de reproducción del capital, el ensayo concluye que los medios masivos de comunicación no se introducen a la historia como medios de comunicación propiamente dichos, sino como aparatos de información de masas que reproducen las condiciones de explotación del trabajador en el terreno ideológico.

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Ante el consenso sobre la necesidad de definir políticas nacionales de comunicación, prevaleciente entre los investigadores, es preciso considerar la viabilidad en el contexto económico, social y político. En este sentido, este trabajo anota dos dificultades: la influencia de las corporaciones transnacionales y el carácter de clase que desintegra a la sociedad nacional.

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A partir de una ubicación conceptual sobre la investigación científica, la comunicación y la educación superior mexicana, el autor elabora una triple relación entre la investigación y la formación de los estudiantes de comunicación: el aprendizaje de la metodología de la investigación; el aprendizaje de la teoría; y el desarrollo de la capacidad crítica. Propone que la investigación debe ser parte integral (no accesoria), fundamental (no opcional o terminal) y generalizada (no particular) del curriculum académico en las escuelas de comunicación.

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Primeramente, el trabajo propone una "teoría alternativa de la comunicación"; enseguida, como "teoría de la comunicación alternativa", propone temas de estudio. En "investigación alternativa" subraya el papel de los investigadores en la generación de diversos tipos de comunicación alternativa, y en "práctica de la comunicación alternativa" sugiere nuevas formas de ejercicio de éste género de comunicación.

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Ante los proyectos transnacional-oligárquico y el democrático que en nuestro país rigen el funcionamiento de los medios masivos, el Estado tiene un papel fundamental, que se caracteriza por responder a la política estatal en la economía, por limitar la opinión de las corrientes políticas opositoras, por utilizar los medios para difundir los proyectos del propio Estado, y por su ineficacia en la promoción educativa y cultural. La alternativa de la izquierda consiste en salir del atraso teórico y la debilidad política para intervenir en la determinación del rumbo de los medios.